El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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sábado, 14 de diciembre de 2013

René Descartes (1596-1650)


   En su tratado Del método, explica al mundo cómo pasó su juventud y cómo se hizo tan erudito. Los jesuitas se regocijan de haber sido quienes lo educaron. Vivió varios años en Egmont (cerca de La Haya), de donde datan varios de sus libros. Era un hombre demasiado prudente como para llevar la carga de una mujer, pero era un hombre y tenía los deseos y apetitos de un hombre y por eso mantuvo a una mujer buenamoza y saludable que le gustaba y con quien tuvo hijos (creo que dos o tres). Es una pena, pero proveniendo del cerebro de tal padre deberían ser por lo menos bien educados. Era tan eminentemente erudito que todos los hombres ilustrados fueron a visitarlo y muchos le pidieron que les mostrara su colección de instrumentos (en aquellos días el saber matemático tenía mucho que ver con el uso de tales instrumentos y, como lo dice Sir Henry Saville, en hacer trucos). Solía sacar de un cajoncito bajo su escritorio un par de compases con una de las patas quebradas para mostrarlas; y como regla  usaba una hoja de papel doblado. Esto, según Alexander Cooper (hermano de Samuel), el dibujante de Christina, Reina de Suecia, quien también era cercana a Descartes.
   Hobbes solía decir que si Descartes se hubiese dedicado sólo a la geometría, hubiese sido el mejor geómetra del mundo. Hobbes lo admiró mucho pero no podía perdonarle por haber escrito en defensa de la transustanciación, lo cual sabía que estaba en contra de su razón.

John Aubrey (1626-1697): Vidas breves. Santiago de Chile: Eds. Universidad Diego Portales, 2010. Selección y traducción de Natalia Babarovic y Miriam Heard, págs. 76-77.

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