El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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sábado, 14 de julio de 2012

El otro infierno

   Cuando Teresa y yo llegamos al infierno, Minos se ciñó dos veces al cuerpo con la capa y nos mandó a ese círculo que se ha hecho famoso por la historia de Francesca de Rímini y Paolo Malatesta. ¡Imposible soñar paraíso semejante! Desde que llegamos se dejó sentir el impulso afrodisíaco de las llamas y nos entregamos a una lujuria insistente. No tardamos mucho en contagiar a los demás condenados y así el Segundo Círculo del infierno se convirtió de pronto en escenario de increíbles orgías. Como es de suponerse, el Señor se enteró en el acto y cambió nuestra sentencia; desde entonces estamos en el paraíso, colocados a insalvable distancia, confundidos por los coros angélicos, purificados los dos de tal manera que parecemos creaciones de Botticelli, contemplándonos, solamente contemplándonos, mientras todo el cielo tiembla y se desbarata como flamita nerviosa de cirio pascual ante las notas triunfales del tedéum.

José Joaquín Blanco (1921):  “El otro infierno”, en Edmundo Valadés (ed.): El libro de la imaginación. México: F.C.E., 1976, p. 237.

Gustave Doré: Paraíso
  Puede leerse la traducción de Ángel Crespo de Infierno, V, con ilustraciones, muchas de ellas relativas a Paolo y Francesca, en el Blog Ut Pictura Poesis.

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