El fragmento debe ser como una pequeña obra de arte, aislado de su alrededor y completo en sí mismo, como un erizo -- Friedrich Schlegel --

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jueves, 17 de noviembre de 2011

La memoria: El caso Shereshevski

Se trata de un caso estudiado durante varios años por el psicólogo ruso A.R. Luria, quien escribió un libro al respecto: Pequeño libro de una gran memoria. La mente de un mnemonista.  El descubrimiento de Shereshevski se produjo cuando era periodista y su editor se dio cuenta de que, por complejas que fueran las instrucciones que se le dieran al preparar algún artículo, éste nunca tomaba notas. A pesar de esto, podía repetir cualquier cosa que le dijeran, palabra por palabra, sin dar mayor importancia a esa increíble capacidad. Al darse cuenta de que se trataba de un fenómeno inusual, su editor le envió a ver a Luria, que le administró una serie de pruebas de memoria cada vez más exigentes. No parecía haber límite en la cantidad de material susceptible de ser recordado puntualmente por él: listas de más de cien dígitos, largas series de sílabas sin sentido, poesía en idiomas desconocidos, gráficos complejos o extensas fórmulas científicas. No sólo podía repetir perfectamente todo este material, también podía hacerlo en orden inverso e incluso años más tarde demostró su capacidad para seguir recordándolo. ¿Cuál era el secreto de la asombrosa memoria de Shereshevski? Tenía una notable capacidad para formar imágenes. No sólo podía crear multitud de imágenes visuales con gran rapidez y facilidad, sino que mostraba una asombrosa tendencia a la sinestesia (el fenómeno por el cual un estímulo que actúa sobre un sentido evoca una imagen en otro). La mayoría de las personas, por ejemplo, tiende a asociar los sonidos agudos a colores brillantes y los graves a los tonos oscuros. No es extraño que se asocien los días de la semana con colores. Sin embargo, para la mayoría de las personas la tendencia a interrelacionar sensaciones es muy ligera, y sin significado práctico. En el caso de Shereshevski, la cantidad de asociaciones de este tipo era enorme. Por ejemplo, al escuchar cierto sonido dijo: "Parece un coche de bomberos pintado de rosa y rojo. La banda de color es rugosa y áspera, de un sabor desagradable, algo así como el de un pepinillo salado... podrías lastimarte la mano con ella". Para él, los números tenían formas y colores: "El uno es un número puntiagudo, pero eso no tiene nada que ver con la forma como se escribe, es porque se trata de algo firme y completo". Los números también se parecían a personas: el uno era "un hombre orgulloso y macizo", y el dos, "una mujer muy espiritual". Si se le presentaba alguna cosa para recordar, inmediatamente la codificaba con este rico y elaborado método. Por lo general este proceso implicaba que el material más difícil y árido originara una experiencia vívida que se representaba no sólo visualmente sino también en términos de sonido, tacto y olor. Aunque su asombrosa sinestesia le resultaba obviamente muy útil, no dejó de plantearle problemas. Por ejemplo, si alguien tosía mientras le leían el material que debía recordar, la tos quedaba también impresa en su memoria como un borrón o una bocanada de vapor, que aparecía también en el recuerdo subsiguiente; una ligera diferencia de la inflexión en la voz del hablante podía cambiar totalmente la imagen, y esto podía afectar a su comprensión incluso en fragmentos de prosa relativamente sencillos. Como mnemonista, Shereshevski obtuvo grandes éxitos. Sin embargo, tenía enormes dificultades para olvidar y acabó por sentir su memoria abarrotada por informaciones de todo tipo que no deseaba recordar. Al cabo de algún tiempo encontró una solución muy sencilla: imaginó que la información que no deseaba recordar estaba escrita en una pizarra y luego se imaginó a sí mismo borrándola. Por extraño que parezca, el método funcionó perfectamente.


Alexander Romanovich Luria (1902-1977)

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